Verano de algún 2000 que no pretende volver.
Son algunos de estos comienzos, que siempre nos nombran, los que prometieron venganza. Y después, se me vienen a la cabeza las Disculpas que suelen olvidarse de las flores.
Y alguna noche calurosa de ideas, te necesitaba para volver pero me dejaste en la mitad del camino de algo. No fue la primera vez pero sí la última.
Una última mitad del camino de algo que me dejó estancada justo ahí: en esos recuerdos de lo fue… y siempre en pretérito… y siempre manchando lo que queda.
Pese a todo, yo volvía para encontrarte justo cuando ninguno de los dos éramos los mismos (a esta historia ya la he escuchado en algún momento de esa mitad de algo)
¿Encontrarnos? Mas bien, re-ubicarnos en un espacio que no coincide con veranos de algún 2000. Posicionarnos para volver a pensarnos como antes: como lo que tanto forzamos para que pueda ser, como lo que ya no queremos ni mucho menos –podemos- ser, por lo todo lo que escondimos debajo de palabras dichas.
Pero nos topamos de frente cuando logramos entender que el Otro era nada más que eso:
El Otro hoy formaba parte de algo que -pese a las contradicciones que muchos de ustedes puedan llegar a pensar- era un Nos-Otros.
Verano de algún 2000 que ya no tiene lugar.
Finales que se olvidaron de esconderse.
Rencores que aman de más.
Sobre lo que pisamos de hoy, del pasado queda poco y más que nada. Y al encontrarnos en alguna ciudad de 2000, ya no encontramos explicaciones. ¿Para qué? ¿Qué más da ahora?
En veranos de algún 2000 empecé a pensar en lo que significaba la palabra “todo”, nada tenía que ver con los momentos y las acciones. Eso ya no importa, lo que es crucial es la memoria que siempre tiene un doble discurso: nos dice que va a ser nuestra para siempre pero a cada instante muta cuando nos damos vuelta un ratito.
“Todos tenemos dos memorias y dos cabezas. Una memoria que la muerte mata, brújula que acaba con el viaje, y otra memoria, la memoria colectiva, que vivirá mientras viva la aventura humana en el mundo. Una cabeza de barro, que será polvo, y otra por siempre invulnerable a los mordiscos del tiempo y de la pasión.”. Eduardo Galeano en “Tu otra cabeza, tu otra memoria” (Úselo y Tírelo, 1994)
De esta manera, que más da aventurarnos a volver hacia atrás… hacia “veranos de algún