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viernes, 30 de diciembre de 2011

2012 entre chicles y ventanas



Me siento nuevamente frente a vos, a esperarte ansiosa para ver qué novedades me traes, qué cuentos viejos me volvés a contar, qué favores me vas a pedir y qué cosas me vas a cuestionar que hice, solo dije o nunca dije.  Y mientras te espero con una jarra llena y bien fría de pasado en la mano, doy largos tragos de olvidos, hago memoria y repaso.

2011 te despides justo en el momento en que estaba transándome a mi ignorancia - para no variar-. Siento que todo lo que no se y no llego a entender me acaricia las piernas; mi falta de interés me manosea las tetas; y mi poco respeto por la autoridad me obliga a mantener la postura-cordura.  No entiendo de poses, apropiados modales, protocolos y ahora que te vas 2011 recapitulo que no me has dejado mucho sobre eso.
Sin embargo, me encantaría tenerte como chicle en mi heladera. Para usarte, saborearte siempre que me de ganas aunque se que no vas a tener más ese sabor dulce, fresco y efervescente. Me da pena tirarte, me da pena olvidarte, me da pena soltarte. Y es así que he decidido tenerte en la puerta de mi heladera por un tiempo más, no interesa lo que me diga el tiempo.

No entiendo de presentes ni para donde se estila el futuro. Me dice que es necesario algo que nos parta en dos, en tres, en cuatro. Nunca entendí ni supe hacer cálculos, como esperar tanta lógica a mi destino que se empecina en marearme dentro de mil palabras que no nos dicen nada.

Me duele despedirte 2011, me diste tanto. Me acabaste en la cara por tanto placer y explotaste antes de las 12. Luego del brindis –con una botella barata de melancolía y clichés- me saludaste pero para no variar, no entendí nada. Me di cuenta en ese momento que necesitaba escribirte, necesitaba despedirme de vos que me diste tanto, que siempre me dejaste la puerta entre abierta para que no olvidara lo que ya no recuerdo pero se que está aún ahí.

Un año en el cual mentimos cuando hablábamos de dicotomías. Más bien somos prismas y en alguna cara de él, ahí estas vos.
Todo era mentira pero era nuestra verdad.

Hoy que me despierto entre las sábanas de otros rumbos, de otros tiempos que son siempre los mismos. No entiendo de errores y de re-comenzar nuevos comienzos/finales. Mi destino -mochila que la traigo siempre al hombro, no pesa mucho porque no tiene mucho escrito- pretende sacarte de mi memoria.

Te tenía que decir tantas cosas para despedirnos pero sólo llegué a registrar  algunas, en su mayoría irrelevantes. Anoté: no olvidar de llevar siempre mentitas en los bolsillos, aprender a decir que no, siempre dejar la puerta entre abierta, aprender a decir que sí, dejar de pretender saltarme de segundos, preparar una presentación para cuando nos tendremos que encontrar, recordar y olvidar algunos nombres, limpiar y ventilar siempre la vida.

Y en la recepción de este nuevo año que se me avecina como una ola gigante por tantas promesas re-compro-metidas, me asusta con proyecciones sabrosas, costosas, tramposas, dolorosas. En su recepción opte por asistir. No quiero llegar mal vestida como siempre, sin los zapatos adecuados, siendo más alta que mi acompañante, siempre sin con-vinar.

Así te inicias 2012, abriendo ventanas para poder ver el afuera, ver al Mundo, ver al Otro. Ventanas para saltar, cerrar, chusmear, pispiar, pero fundamentalmente animarse a atravesar.
Ahí nos vemos 2012, en esa esquina de la vida y en los caminos que este año bisiesto se com-promete a echarse a andar.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Me perdí por encontrarte.



Perdida entre/con la siesta de mi destino que me invita a dormirte, que me incita a dormirme entre todo lo que no se de vos y todo lo que pretendo decir que re-conozco.
Entre tus ojos descubro palabras que me acercan, que nos acercan como gotas de agua en algún desierto de ilusiones, de pasiones, de deseos
Y es el deseo el que me trajo hasta acá. Él es el que me lleva hasta tus palabras, hasta palabras de otros para decirte lo que no puede ser pero es, lo que es pero tiene más de sueño que de representación de lo real.
El único sonido que te reconozco es el de mi imaginación al reír, al escuchar lo que yo mismo escucho, tus palabras que no es existen más allá de lo no real.

Te encontré y te perdí entre (medios) de esos papeles. Los había tirado hace tiempo.
No me había dado cuenta, pero en cada momento recurro hasta vos, hasta vos que no sos.
Nuevamente no puedo nombrarte, pero aún no distingo – no comprendo- no se – quien no me lo permite.
Quería hablar tu lengua, así (nos) entremezclamos en lo que somos, en lo que pretendemos ser.
Me perdí en las frases que puedo entender solamente gracias a garabatos de 10011101011010101111.
Sólo eso llegas a ser.

-------Me esfuerzo en re-forzar que soy pura farsa-------

Y volví a vivir la gracia que tiene una presencia virtual en mis días
¿Volví a lo que era? ¿Presencia? ¿Excusa?

Y te espero como cualquiera espera.
Y me siento a esperarte mientras te pienso.
Te imagino llegar…

¿Cuánto perdemos si no llegamos?

Y los pasillos de la vida se hacen rogar para encontrarnos. Nos esquivan, nos esquivamos para no caernos en las cuentas la mañana siguiente de que ya no contamos, de que ya no somos los mismos.

De nuevo las mismas canciones ¿los mismos nombres?
Nuevamente las mismas frases hechas ¿me pierdo Pasado?

Me perdí por encontrarte.