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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Tomando posición

No hace mucho, algunos estudiantes (que después fueron más y luego, muchos menos) nos empezamos a juntar para hablar sobre la situación de la carrera. Había mucho que nos incomodaba, y otro tanto que desconocíamos. Ese momento que vivió nuestra carrera, que nos movilizó, que nos afectó, que nos interpeló, logró dejar marcas.

Comunicación Social, poco participativa en los andares de nuestra facultad, se hacía notar entre otras tantas carreras después de mucho tiempo. Y pese a los desencadenamientos (que aún hoy nos tocan de cerca) creo que este cambio/aparición provocó algo en nosotros.

¿Cuál es nuestro rol como comunicadores?

O mejor, ¿al servicio de quién o quiénes nos formamos y actuamos?

Los roles de las distintas profesiones hoy en día me remontan a la idea de meros papeles predeterminados a desarrollar. Los comunicadores –y todo profesional con una formación social, técnica- no se puede dar el lujo de adoptar y reproducir estos papeles sin un análisis de la realidad. Estos roles se van construyendo a partir de las demandas, y de los cambios (atención: no son sólo tecnológicos) por los cuales atraviesan nuestras sociedades.

Pero cuando hablamos de demandas ¿a qué nos referimos? ¿A las del mercado? ¿A las de la sociedad, a las de distintas organizaciones, grupos, sectores?

Es evidente que un comunicador social se mueve en distintos campos de acción y que todos los actores antes mencionados implican roles y formas de tomar posición diferentes. No creo que sea pertinente el debate entre lo que está bien o mal debido a que en un mundo como el actual – y el pasado y también el que se está viniendo- ya no existen los negros y los blancos puros: son distintos matices donde lo más importante es saber dónde se está. Es por eso que es necesario poder (re) conocer los intereses en juego, los distintos grupos para que de este modo podamos entender, contextualizar, optar, saber de qué estamos hablando –qué estamos comunicando- y en cual de todos los lados nos encontramos.

Comunicación y teoría/práctica

Los mitos sobre la relación teoría y práctica siguen dando vuelta por las cabezas de la mayoría de los estudiantes de las Ciencias Sociales, y también de algunos egresados. Retomando las transformaciones y debates que sobrelleva nuestra ciencia: por un lado, no son sólo los comunicadores los que deambulan en búsqueda sin cesar su objeto de estudio; por otro lado, no son sólo los comunicadores los que se enfrentan a un “abismo” al tratar de integrar la teoría a la práctica. Pero ¿a qué nos estamos refiriendo con teoría versus práctica?

Los distintos marcos conceptuales nos ofrecen la posibilidad de entender a la sociedad, a los distintos grupos, a los medios, etc. A partir de marcos teóricos los científicos sociales intentan dejar de lado el ámbito del sentido común. Pero ¿cómo es eso?, los comunicadores -y todos los demás intelectuales y científicos- ya no piensan como los demás mortales. La cuestión es mucho más rica y compleja.

Los aportes teóricos que nos brinda la ciencia nos ofrecen nuevas miradas, perspectivas, realidades para no caer en los mismos dichos de siempre, en los mismos preconceptos. Entonces, con la teoría que nos “inculta” la universidad ¿ya está todo dicho? Absolutamente no. Ahí aparece la práctica de nuestro hacer profesional, nuestra capacidad crítica-intelectual, del “no quedarnos con lo que nos dijeron”, de poder hacer uso de esos aportes teóricos en nuestro desempeño como comunicadores investigadores, como comunicadores periodistas, en fin…

Por eso no creo en esa rivalidad de la teoría y la práctica, que muchas veces desde la misma academia se encargan de fomentar, de reforzar, de no explicar y nos quedamos, nuevamente, en el sentido común y en una suma de opiniones sin reflexión, cuestionamientos ni crítica.

Comunicación y tecnología

Me gustaría considerar y poner en debate la relación entre la comunicación y la tecnología. Hace poco leía una nota en la revista Mu -que aunque el tema abordado era la relación de la producción agrícola y los agrotóxicos-, considero que ilustra también nuestro espacio de trabajo.

La nota se titula “La Otra Agrovida” y cuenta la experiencia de un campo en Guadalupe del Norte, Santa Fe donde -a diferencia de muchos otros campos agrícolas- no utilizan herbicidas pero que igualmente su trabajo es rentable. Estos productores plantean la diferencia entre ciencia y marketing científico: “(…) Lo que nosotros aplicamos es ciencia, que significa el conocimiento de cómo se hacen las cosas. Es distinto que la tecnología, que es un modo particular de conocimiento. (…) Lo nuestro es una tecnología de procesos, un modo de aplicar la ciencia comprendiendo las dinámicas de la naturaleza.”(Revista Mu. Abril 2010)

En este caso, tan distante pero similar al nuestro, me enfrenta con el “siempre boom” de las nuevas tecnologías de la comunicación. Estos nuevos modos de comunicación, muchas veces impuestos, de moda, efímeros o duraderos, deben ser considerados como una parte del proceso dentro de contextos más amplios y complejos. No deben ser tomados, como comentan estos productores agrícolas “parte de un paquete tecnológico” donde simplemente se los aplica: porque no son inocentes, pero tampoco culpables.

Continuando con Teresa Quiroz, dice: “(…) el conocimiento progresa no sólo por la sofisticación en la formalización y abstracción, por la incorporación de las más modernas y últimas tecnologías, sino por la capacidad de contextualizar”. Es decir, volviendo al ejemplo de los productores santafecinos, críticos y analistas, tomar una posición frente a las intimaciones del mercado, no bajar líneas sin preguntarnos el porqué, sin considerar los cambios y transformaciones, sin cuestionarnos ni reflexionar sobre qué implica para la naturaleza, para la sociedad estos nuevos usos, y qué relaciones de poder entran en juego.

Que no está mal plantar soja, todo depende de cómo se la planta; que no está mal usar lo último de la tecnología, todo depende de nuestra capacidad de poder contextualizar ese y otros temas que hacen a la comunicación.

Comunicadores en acción

Entonces, ¿la universidad nos brinda herramientas, conocimientos y el mercado laboral nos requiere eficiencia? Surgen los inconvenientes: integrar modelos teóricos, actuar rápido.

En el confín de la finalización de la carrera, no es ajena a nosotros “la realidad” por la cual debemos atravesar en nuestro desempeño profesional. Modelos hipercompetitivos, inestabilidad laboral, son sólo algunas de las cuestiones que forma parte de nuestra realidad en esta ciudad, en esta provincia, y todavía, en este país.

Considero que por su supuesto la formación académica debe anticiparse, actualizarse a estas realidades pero también, no nos olvidemos de nuestra toma de posición. Retomo lo que menciona Teresa Quiroz (2006): creatividad, gestión, y autogestión de proyectos. Todos estos elementos son fundamentales para nuestra inserción laboral. Creo que no son dados una vez y para siempre con el cursado de cinco años de carrera ni con la culminación de una tesis de grado. Estos elementos deben ser aprehendidos teórica, práctica, metodológica, y fundamentalmente, críticamente.

lunes, 23 de agosto de 2010

Veintitrés, diga usted veintitrés


Frecuento escaparme con la costumbre. Me suelo pegar a ella, sujetarla fuerte del brazo, pedirle que no me deje, que no se vaya lejos de mí, que no me abandone. De esta manera, nuevamente me encuentro con fechas conmemorativas hacia mí, que me vuelven a hablar de lo mismo, vendiéndome a mitad de precio proyectos para el futuro.

Otro año que no recuerdo. No se donde va siempre a parar mi memoria en estos días que corren –y jamás se detienen-. Aunque –como me susurra Galeano al oído-“no se necesita ser Sigmund Freud para saber que no hay alfombra que puede ocultar la basura de la memoria”. Y así me sincero:
Otro año en el que traicioné el atrás. Le di la espalda siempre, no me interesó. Siempre, siempre mentí. Te mentí. Me mentí - me mentiste-.
Otro año en el cual traicioné el adelante. Si, lo empujé ¡que se arrastre! –Pensaba- Ni se me cruzó por la cabeza ayudarlo. –Repetía- ¡Que se vaya, que deje de molestar! ¡Andate! No aparezcas más entre mis sueños, entre mis deseos, entre mi destino, entre mi ayer. Fingí interés/desinterés. Lo que quise, no puedo ser. Lo que no quise, me rodeó constantemente.
Me había condenado cuando dije que nunca mentía. Ahí se me cayó la careta. Todo era mentira. Vos, él, ella, nosotros, ellos, Yo.

Continúo siendo una experta en arruinar buenos momentos, en mezclarme con esa mala junta, la Costumbre, y esa otra que es una “cualquiera”, la Verdad, sin olvidarme de esa putita vestida de verde, la Esperanza. Todo ese grupete de resentidas con el Destino, un mismo amante que compartían desde siempre, y que no querían confesar que era menos que lo que esperaban –siempre esperando nada-.

Ahora, otro año en el que sigo mintiéndole a mis palabras. Veintitrés, diga usted veintitrés -me repito a mí misma para no perderme. Y entre estas numéricas palabras, se presentan algunos proyectos de futuro que me aseguran que no podemos continuar forzando situaciones, porque no es que las forzamos a ellas -tan elegantes y bien vestidas- sino que nos forzamos a nosotros y nos cansamos sobre la marcha y nos olvidamos de lo que fuimos, de lo que dijimos, de lo que esperábamos ser, de lo que fingimos ser, de para qué habíamos forzado situaciones. ¿De que estábamos hablando?
¡Y cuánto fingimos! ¡Y cuántas máscaras detrás de más/más/caras pretendíamos usar!

Pero entre sencillos gustos no puedo alejarme de lo que un día fui. Y aunque Dolina insista en que “las puertas cerradas sean iguales en todas partes”, yo continúo frente a la misma puerta cerrada de siempre. Confieso. Todo el tiempo hablé de vos. Eso necesito decir ahora. Cada palabra, cada mañana, cada intento de placer, cada ida sin vuelta; hablé de vos, pensé en vos. Ya no estás, y vamos a continuar estando siempre in/dispuestos, siempre mal/puestos.
Y me sigue costando horrores poder mirarte a los ojos sin perderme, sin perderme dentro tuyo. Y caí otra vez, y me la busque otra vez. Y no dije, como siempre, no dije nada. No pude decir nada. Vos tampoco querías que diga nada.
Mi consuelo a los golpes en puertas cerradas es lo que alguna vez rasguñe en un escrito de García Márquez que deliraba: “Mi única explicación es que así como los hechos reales se olvidan, también algunos que nunca fueron pueden estar en los recuerdos como sí hubieran sido.” Entonces, mi excusa es que todo siga siendo otra mentira más que inventé –porque los hechos que si fueron, siempre quise olvidarlos, ocultarlos bajo la alfombra de la memoria-

Es así que mi pregunta (que empuja hacia delante) para hacerle frente a este muy listo nuevo año y que se resiste a comenzar por falta de costumbre ¿no estaba ésta a mi lado? …
…Disculpen, es que tengo una pregunta ¿cómo sacarnos todas esas piedras de los zapatos?; ¿O deberíamos lidiar con ellas?
Trago lo último que me queda del año que se me pasó entre olvidos y simulacros, y sigo caminado aunque se me destruyen los pies.
Costumbres, nuevos modos…
Obligaciones, viejos modos…
Y en palabras que tomo prestado, éstas me dicen:
- “No debes inquietarte porque aún no existan, pues eso no significa que no existirán”. No se si éstas palabras me hablaban de piedras, de mentiras, de deseos, o continuaban nombrándote sin parar.
Yo por las dudas y para no perderme continúo… “Veintitrés, diga usted, veintitrés.”

18 de agosto de 2010
Posadas, Misiones.

jueves, 15 de julio de 2010

Pajeros, Desconectados con Coronita

…Los que están libres de culpas que ni se molesten en leer estas líneas…

La verdad me cuesta entender estas cuestiones del hacer, del decir, del errar. No entiendo cómo es posible que los DeMás se equivoquen tan seguido.
Parada en un pedestal, me encanta señalar a los demás por equivocarse. Sí, me encanta hacerlo. No pretendo comprender al Otro sino que me fascina verlo revolcarse en el barro, revolcarse en su mediocridad, en su inseguridad. Me divierte decir que el Otro no sabe hacer y que siempre termina haciendo mal las cosas. Me entretengo viendo sus errores - Errores que yo no cometí porque me quedé esperando que el Otro hablara/pensara/sintiera/se equivocara por mí-

Comencé creyendo –sí creyendo, aunque se que no solemos creer en nada- , entonces creí que esperar era lo correcto… Esperar por vos; esperar por un momento adecuado; esperar por una sensación que nunca llegaba; pero fundamentalmente esperar por mí. Cuando considerara en mí hacer un momento oportuno.
Pero no. Siempre los momentos que elegimos son los incorrectos.

Y ahí, nuevamente te encontré a vos, dedito acusador. Y estabas diciéndome/insinuándome/obligándome a entender cual era el verdadero momento –que siempre ya había pasado- que vos lo sabías muy bien y que ahora me lo estabas señalando.

Opté, y me safé. Mejor me olvido de lo que no puede ser pero ¿es porque vos “dedo acusador” lo decide por mí?

La verdad que nos encanta/nos calienta revolcarnos en los mocos ajenos.
La verdad que nos encanta/nos calienta ser Pajeros estando conectados.

Y me volví. Me quedé en Soledad desde siempre pero estabas vos a lado mío: nos encontramos solos aún uno a lado del otro, pese a que uno manoseaba al Otro, pese a que nos encanta sentirnos tan bien porque no hacemos nada. Es más fácil estar desconectados del hacer: así el que se equivoca es el Otro, el que dice es el Otro, el que hace mal es el Otro.
Yo no arriesgo, nada pierdo y eso lo sabés muy bien ¿no?
Y seguimos tan solos como cuando empezamos: con el celular en la mano, con un saludo en cada esquina, con unas frases hechas y rebuscadas para que los Otros vean mi (in) felicidad, pero siempre sin hacer ni mucho y menos arriesgar nada.

Suele suceder…
Uno – más Uno y menos Uno- que no pretende sentir también se hace mierda.
Uno – más Uno y menos Uno- que no pretende ser también se desborona cuando el dedo acusador te toca debajo de la pollera.
Uno – más Uno y menos Uno- que siempre se equivoca no entiende porque tanta pasión sin sentidos.
Uno – más Uno y menos Uno- que tanto (di) siente no pretende involucrarse más de la cuenta. Me voy, debo hacer varios cálculos.

Es por eso que mido hasta donde me conviene llegar. Y vos estás ahí, dejando comentarios y esperando consejos de personas como vos –que no hacen pero tienen la experiencia de la experiencia de Otros que los habilita para sacar del bolsillo su dedo acusador- gente como vos que no arriesgan, nunca pierden y que saben “de todo” pero siempre es más que nada.

Es por eso que voy metiendo el dedo para no perder la costumbre.
¡No vaya a ser que Otro nos gane de mano!
¡No vaya a ser que Otro nos señale con su dedo acusador, pajero, desconectado y con coronita de experiencias de Otros…!

viernes, 11 de junio de 2010

Entre El Destino y La Soledad: sentados a la mesa.



Entre gente va la multitud.

Entre ruidos van las palabras.

Entre silencios van los miedos.

Entre el Destino, va la Soledad.


La Soledad tiene muchos amigos, algunos enemigos y es feliz. Muy pocas veces comprendió la situación en la que vive. Alguna vez casi cayó en la cuenta de que todo a su alrededor no son más que espejos dentro de espejos que no dicen nada. Y aunque silenciosa no pasa desapercibida. Ella va entre la gente, entre los ruidos, entre las palabras, entre los miedos…

En días que son de ayer y que se viven hoy, pretendemos esquivarla. Aunque ella siempre nos toca la frente, recordándonos que está a nuestro lado.


Así fue que…

Entre Gente, la vi. Iban multitudes acompañadas por la Soledad. Nadie se reconocía. Ella, aunque siempre esquivada por los demás, los tocaba en los hombros, les tomaba de la mano, los ayudaba a cruzar la calle, los acompañaba hasta la casa de algún amigo, los invitaba a tomar algo en algún bar.


Entre Palabras, la encontré. Estaba ahí cuando hablábamos de proyectos futuros, cuando pretendíamos un mañana juntos, cuando nos referíamos al Otro –el Otro, siempre personaje de cuentos y de mis palabras-.

La Soledad –omnipresente- prefería no dar opiniones. Ella sabía que no iban a querer escucharla.


Entre los miedos (mis miedos), la sentí. Fue la primera vez en que se mostró tal cual es. Y en esa búsqueda por no “estar solos”, ella estaba ahí. Y no es que se resista a desaparecer. No puede, es complementaria a nosotros.

Es por esto, que entre El (mi) Destino, frecuentemente, se mezcla. Y así, entre los miedos a la Soledad, voy andando.


- No es que seas vos, Soledad… es que soy yo que no me encuentro. Tus palabras son distantes, le dije. Nos desencontramos aunque ahora estemos uno a lado del otro. Y me besas, y yo te beso. Y me abrazas, y yo te abrazo. Y me tocas, y yo te toco. Pero estamos separados y solos uno a lado del Otro.

No me confundo. Busco sentirme confundida para esquivartela.


Y es ese Otro que no se va, que no se piensa ir. Que se mezcla entre NosOtros pero que no logra ser parte. Y nos besa, y nos abraza y nos toca pero no está… “no existe más”.


- Extraños, alejados por/de entre la gente, le dije. Rebuscándonos, conformándonos con lo que fue y lo que pudo haber sido. Te miento, me mentís.


- Desconocidos… besándonos, mirándonos, tocándonos, hablándonos. Y la Soledad entre nuestros brazos, entre la gente, entre esa multitud, las (nuestras) palabras y los (mis) miedos. Revolcándonos entre lo que queda del ayer y entre lo que “armamos” para el adelante. Manoseando un Destino de Otros lados, para Otros lados, para algo que siempre está más allá, y que nunca es “un más acá”.



Adelante, pasen. Entre El destino y la Soledad, sentados a mi mesa a merendar.


Y NosOtros –siempre Otros- que nos tocamos, nos besamos, nos miramos… y no sentimos nada.


“…Otra vez me olvidé de cambiar los pañales del desastre de mi Soledad…”

domingo, 30 de mayo de 2010

Recuerdos o Advertencias de Olvidos














“Deja el recuerdo caer, como un fruto por su peso.” Jorge Drexler


Una voz dentro de mis mil conciencias me dice que me había advertido que esto alguna vez podría haber ocurrido. Así, me hablaba de las repeticiones de pasados anteriores.

No es Un Nombre el que se aparece entre las líneas de éste -mi destino- sino toda la performance de una vida de Otros Tiempos que te mezcla a vos… pero también a todo lo que ya no fuimos ni seremos jamás. Y es entre lo que nos de/da-forma el destino, donde te encuentro cada vez que busco una excusa para disculparme por lo que termino siendo: una repetición de un pasado anterior.

Otro Nombre, en ese pretérito siempre imperfecto por conveniencia, nos vuelve a acercar….
Nos acerca hasta esos años en que tus palabras no me dolían tanto…
…en donde El Dolor no era importante…
…en donde Lo Importante llevaba Otros Nombres…
…en donde Los Nombres siempre eran recordados…
…en donde Los Recuerdos eran vírgenes…
…en donde hablar de Santos nos tocaba un poco…
…y donde Lo Poco que me dabas era tanto que eran solo Palabras…

Y es una mirada, una palabra, un sabor, un aroma cuando cruzas a mi lado y te volvés alejar de mí; esta vez con otra mirada, diciéndome Otras cosas, teniendo Otro sabor y aroma distinto.
Y es un pensamiento que clama desaparecer, un deseo oculto, mil cosas que jamás te dije, mil sueños en los que no estamos incluidos ni admitidos. Aunque esta vez ya no lo niego, es en mi sueños en donde te apareces, donde puedo hablarte, donde puedo dentro de un sueño soñarte.

En las nuevas oportunidades, ya no creo. Son nuevas formas de acercanos, de crear, de desear pero también, nuevas posibilidades de destruir lo poco que queda. Aunque, volver a decir tu Nombre me permite sacarte de mi zapato… Una piedra que llevo entre los dedos de los pies hace rato…Fue la única manera de tenerte cerca, no había otra forma.

Y los Príncipes de finales de primavera que vuelven; que surgen entre formas cada vez más difusas, cada vez llevándome más lejos del original.

¿Son recuerdos hechos carnes o advertencias de olvidos dejados de lado?

Por ahora, el recuerdo -maduro después de tanto tiempo- se derrumba a nuestro lado… y se desintegra, y ya no es el mismo de ayer.

lunes, 19 de abril de 2010

Madre Tierra

"Es madre soltera.
Su Luna no es de miel"
Y entre juegos de niños grandes... lo espera a él




Producción del video clip: Luz e Itatí Rodríguez

miércoles, 31 de marzo de 2010

Sacarnos el jugo


“Quien no se hace el vivo, va muerto. Estás obligado a ser jodedor o jodido, mentidor o mentido. Tiempo de qué me importa, el qué le vas a hacer, el no te metás, el sálvase quien pueda –el del “es lo que hay”-. Tiempo de los tramposos: la producción no rinde, la creación no sirve, el trabajo no vale.” El sistema/3 de Eduardo Galeano en El libro de los abrazos.


De entre palabras de hace tiempo, nos explican cuestiones del hoy.

Nos chocamos y nos manoseamos entre nosotros.

¡No vaya a ser que el Otro tenga más que NosOtros!

¡No vaya a ser que al Otro le importe un carajo lo que hacemos!

¿Hasta dónde vale el juego?

¿Hasta dónde soy capaz de jugar?

¿Hasta dónde llega la persecución?

Aprendimos y aprehendimos a decir poco para que el Otro no se entere.

Aprendimos y aprehendimos a correr rápido para llevarnos la mejor tajada.

Aprendimos y aprehendimos a codearnos hasta sacarnos los ojos.

Aprendimos y aprehendimos a ver siempre los mocos en las narices ajenas.

Aprendimos y aprehendimos a sacarnos el jugo hasta el final.

Así, nuevamente, nos encontramos: vos, viviendo en un pasado y masticando verdades a medias; yo, con maldades de ayer a cuestas y sin recuerdos, para variar.

¡Tengo una buena idea! Echémosle la culpa al sistema, nuestro sistema operativo de cada día que nos hace lo que somos: que nos vuelve infelices o alegrones, que nos vuelve corruptos o resentidos, que nos vuelve verdugos o consejeros espirituales, que nos vuelve conservadores o demagogos, que nos vuelve de hielo o frígidos, que nos vuelve Ellos o de los Otros (no interesa quiénes, ya no importa).

Pero no nos olvidemos que somos nosotros los que nos movemos para echar a andar al Mundo todos los días, decidimos que rol jugar en este juego, hasta donde meter la mano en la lata y si nos la lavamos después. Decidimos si dar la mano o la espalda. Decidimos, si, decidimos.

lunes, 4 de enero de 2010

Más que un excelente muy bien 10. ¡Bienvenido 2010!



Con los pasos que dan los años dejando sus grandes huellas en arenas movedizas de sentimientos y hechos, he descubierto que no solamente son éstos los que muerden sino también las palabras. Las palabras dejan mordiscos por todo el cuerpo y en el alma; las palabras cuando muerden dejan marcas difíciles de quitar, complicadas de borrar; las palabras cuando muerden siempre están intentando decirnos algo.

Al mirar para atrás e intentar comenzar a escribir, a hacer balances, a equilibrar sentimientos y hechos; las palabras me amenazan e intentan alejarme de un pasado, de un año que siempre acaba partiendo. Me asustan con recuerdos que no fueron, con sueños caducos con fechas de vencimiento indescifrables, con deseos que ni siquiera saben atarse los cordones de sus zapatos, con miradas esquivas y mezquinas, con las metidas de pata de mi conciencia, con apretujones en medio de la Soledad.

Pero pese al dolor de mordiscos y de recuerdos, y con el miedo por lo que pudo haber sucedido, eché un vistazo:

Nos vi juntos, distanciados, alejados, con Otros, entre NosOtros. Y entendí: éramos extraños a pesar del reconocernos, éramos los mismos pese a los años.



Y así de distintos y de muy bien parecidos concurrimos a estos finales y comienzos de año…

Un final que nos advirtió más de lo que nos aconsejó; que nos demostró su fuerza y sus íntimas relaciones con el tiempo; que de un cachetazo nos hizo darnos cuenta de la realidad y de los que se ensañan en prostituirla; que nos acercó y bruscamente nos desapareció en la multitud. Quizá fue por eso que evitando miradas nos escurrimos entre la gente –entre vos y yo-, y nos encontramos alejados de nosotros mismos hace bastante tiempo.

Un comienzo que nos hace evitarnos, apretujarnos, amarnos, detestarnos, desearnos, recordarnos, olvidarnos; que siempre nos pide un poco más y está en nosotros –siempre en nosotros y en algún lugar de nosotros- ofrecerle y ofrecernos nuevos modos y comienzos. “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.” (Celebración de las contradicciones/2 de Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos”.)

Un comienzo que esta vez se pasa de listo, de entendido, de conocedor pero que nos pide acción, movimientos, nuevas experiencias.

Y en años de cambios y revolcones, recuerdo - ¡Cuánto hemos cambiado, cuánto hemos hecho cambiar al mundo en el cual andamos! Machucado todavía da algunos pasos hacia algún lugar. Es llevado en hombros que no dan nombres ni algún tipo de identificación.

Un deseo para este año, además de ponernos a andar, a actuar, es el poner nuestros nombres a esos hombros que desean darle más vida al Mundo. Un Mundo que no solamente está hecho de lo tangible –hoy tan violentado - sino también un Mundo donde los sentimientos y valores se personifican y nos ayudan a ser mejores personas.

Entre años y telarañas, entre Mundos de unos y de Otros, entre luces que vienen y que van recordemos juntos que no solamente los años muerden, sino las palabras para hablar de los años. De esta manera…

- Se despide el 2009, con algunos aplausos. El presentador insiste: “Año de descubrimientos, de distancias pero fundamentalmente, año de resistencias.”

Y así llega el 2010, con sus excelentes calificaciones pero con tan poca experiencia que nos pide una mano, una ayuda para actuar juntos. ¡Adelante!

Amigos, Buen Año, Buen 2010 y… ¡nunca se olviden de pedirle más!


La fiesta

“(…) Mientras ocurría, esa alegría estaba siendo ya recordaba por la memoria y soñada por el sueño. Ella no iba a terminarse nunca, y nosotros tampoco, porque somos todos mortales hasta el primer beso y el segundo vaso, y eso lo sabe cualquiera, por poco que sepa.” (Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos “.)