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viernes, 13 de julio de 2012

Y tiene un sabor a no se qué




Usted tiene el sabor que me recuerda a esas mañanas donde uno solía hablar de un pasado que era poco y nada, pero siempre era otro.
Usted tiene el sabor de pasados mezclados con proyecciones de uno solo en un mundo de soledades compartidas y ajenas.

Usted tenía el sabor que es mirada y que avasalla los sentidos hasta dejarnos sin aliento. Y usted ni siquiera se da cuenta, hasta que uno de bocanadas se va escapando para no volver a encontrarse perdida. Así fuimos siendo nuevamente otros en otra historia.

Sin más que nada, se muy bien a que sabes. Lo fui descubriendo de a poco, sin necesidad de proponérmelo. Y es mejor quedarse en los recuerdos estos que se vuelven memoria y presente en la añoranza y la saudade.

No quiero dar muchos detalles porque hay que guardar las formas y solemos no entender mucho sobre estas cuestiones. Más frecuentemente yo que siempre me des-ubico con los sentidos y los sentimientos. Atención: no son las mismas cosas aunque a primera vista gente como uno se confunde.

Me fui para encontrarte. Y no se que encontré entre tus ojos. Y no se que encontré entre tus dientes. Pero había hallado algo que hace rato venía buscando. Y al fin en estos días –como se dice en mis pagos- me estaba hallando…

Pero no son tiempos para encontrar (nos). Son tiempos para los des/encuentros porque ellos siempre guardan parte de los misterios, parte de nos-otros. Los guardan para después. Para el después que nos quedamos debiendo.

Es otra historia, había dicho. La nuestra era otra historia desde siempre.
No era una historieta de esas que se van entre las ganas de ser y lo que no estamos dispuestos a dar. Porque acá estábamos dispuestos a dar todo, porque era otra historia, una historia de siempre como te lo había dicho.

Y mientras me olvidas, yo te sueño.
Y es así que empecé a recordarte en esta ciudad que ya es pura espuma. La recorrí para encontrarte una vez más. Siempre te podía ver en los mismos lugares que ayer, pero no me acercaba. Prefería mantenerme lejos. Mantenerte lejos.
Y vos me olvidas, como cualquier simple proceso. Uno recuerda para luego olvidarse. Pero ese olvido se hace memoria en mis días. Y me acerco hasta vos pero solamente en los momentos que pasaron.

Me había querido alejar de esta ciudad para olvidarte. Pero con recursos y herramientas que no caben en ningún lugar -y vos la llevas puestas- me sacaste más de mil sonrisas. No llegué a contarlas todas con las manos de toda la gente que transita por esta ciudad, manos que sólo cierran los puños a la imaginación y las posibilidades.


Y en esas de las últimas veces, recordé: “Los vacíos y silencios que quedan entre nosotros, siempre nos quieren decir algo cuando nos pegamos con la almohada en la cabeza”. La memoria y el olvido van cerrando mis ideas. Las compactan en todo lo que quiero saber que no se ni tengo idea. La memoria y el olvido me van dejando loca.