Pero tenemos más de siestas que de representación de
lo real.
¿Y si no sabemos que son las siestas? ¿Cuánto nos
queda por sentir aún?
Nuevamente no puedo nombrarte. Parece que esto es
recurrente para mí.
Quería hablar tu lengua, así (nos) entremezclamos en
lo que somos, en lo que pretendemos ser. El detalle es: que nos elijan nos
encanta, nos encandila en la oscuridad de lo que somos, buscamos eso y hacemos
todo lo posible para que así sea. No me importás, no te importo. Solo quiero
que me elijas.
El único sonido que te reconozco es el de mi
imaginación al reír, al escuchar lo que yo mismo escucho. Nuestras palabras no
existen más allá de lo breve del tacto.
Me perdí en las frases que sólo puedo entender
mediante 10011101011010101111.
¿Nuevamente las mismas frases hechas?
Me pierdo Pasado.
Y me das mil explicaciones
innecesarias. Y de las que necesito, ni rastros. Me mareas entre tanta espuma
que se desparrama cuando me contás tus hazañas. Y son objetivos que no
entiendo. Y son cosas que prometiste no hacer (me) y te moris de ganas, quedas
ciego de ganas.
Y qué
habrá detrás de todo lo que nos decimos. ¿nos mordemos los labios? Prefiero
morder los tuyos.