Y
aunque cuente otras historias, siempre digo las mismas cosas.
Y
te veo y me pierdo como la primera vez que te vi.
Y
como la primera vez, que era la primera vez de muchas otras cosas.
Ahora
el olvido se transa mi presente, y no logró recordar bien.
Intenté
hacerle trampa a mi destino, ese era el nudo del asunto.
Trate
de jugarle las mismas cartas buenas de ayer, siempre las mejores. Las otras uno
suele olvidárselas.
Pero
me di cuenta que no se jugarlas –ya lo sabía pero me resistía a creerlo. No se
distinguir las figuras y prefiero no mirar a los costados sí se que te voy a
cruzar. Pero siempre mi mirada descuidada me lleva hasta el punto, hasta el
grano de la cuestión. Así me encuentro con vos en la pieza de mi destino. Tan
poca cosa, tan mío.
¡Voy
a revelar todos tus secretos! Vos vas a olvidar los míos…
Vos
vas a pensar en mí con cada canción. Yo voy a olvidarme de tus discos.
Yo
voy a ser otra para nada distinta del hoy. Las mismas aspiraciones, la misma soledad.
Vos
te vas a olvidar de mí cada vez que puedas. Y no va a faltar oportunidad para
que te preguntes porqué ella, porque así, para qué a mí. Vas a buscar las
soluciones en tus discos que ya no son tuyos, vas a buscar siempre en las
mismas canciones de ayer.
Y
no puedo sacarte de encima. No aprendo nunca a decir que no.
Y
ya no quiero volver a casa, nunca puedo decir que sí.
Y
se que ya no existen canciones que no me
lleven hasta a vos.
Ya
se que no sos eso que pienso.
Ya
se que no sos eso que merezco.
Ya
se que no sos eso que espero.
Ya
se que no sos eso que deseo.
¡Pero
hace tanto que no me reía con la risa del otro!
¡Pero
hace tanto que no me perdía en los ojos del otro!
Y
me vuelven a decir que no sos lo que pienso/merezco/deseo. Re - pienso: ¿Y si
yo no pensaba nada? ¿Y si esperaba menos aún de lo que sos?
Sabía
que ibas a arruinar el momento.
Quedaban
dos posibilidades:
-
O era yo: estaba más que segura.
-
O era vos: eso era lo que esperaba.
Me
había perdido en tu fealdad, en tus pocas palabras de verdad y en mis grandes
mentiras. Nos reíamos de lo inútil del discurso. Nos desesperaba lo inútil del
discurso. Nos reíamos al no querer como se
quieren ciertas cosas que no existen: entre dudas y deseos, entre intrigas y
leyendas.
Tu
boca me dice que no.
Tus
manos me dicen que no.
Tu
mirada me dice que no.
Tu
nariz me dice que no.
Me
dicen que no me acerque, que ni me aproxime para luego detenerme.
No
era buena para los discursos en públicos, quizá sí para los análisis.
Aunque
me equivoque, volví a sentir sin necesidad de verdades.
Eras
vos eras vos eras vos…
No
importa qué. Pero eras vos…
Y
eras vos quien no era ni mentira ni secreto. Y eras vos quien no era ni
esperanzas ni mañanas tempranas.
No
me perdía entre tus ojos, ni entre tu olor, ni entre tus manos. Me perdía en tu
similitud conmigo. Me perdía en tu parecido con él. Quería que seas él que no
estaba y que ya no estaría más. Y vos eras él pero sin doler tanto, pero sin
faltar tanto, pero sin olvidar tanto. Y eso se podría traducir en una especie
de placer para mí.
No
me importaba lo que tenías para decir. Sino todo lo que fingías
sentir/decir/pensar para llegar hasta mí. Era el centro y eso era lo único que
tenía valor para mí.
Tenía
un montón de líneas acumuladas.
Yo
no entendía nada de nada pero igual me hacía la que entendía.
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