BLOGGER TEMPLATES AND TWITTER BACKGROUNDS »

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Sobre lo poco que se de vos




Me había levantado más temprano de lo que recordábamos nos podíamos despertar. Es que ya no podía dormir. No dejaba de pensarte. Quería saber por qué lo hacía, por qué estabas ahí entre mis pensamientos, mis proyectos, mis idas y mis vueltas (que eran míos y vos andabas ocupando espacios entre ellos) Y se que aquí era una manía absurda: siempre tenía y pretendía (me empecinaba) en saber los porqués.

No lo entendía: ahí estabas. Pero lo que recordaba de vos era tan poco. Tenía que hacerlo a partir de los recortes que res/guardaba debajo de mi almohada. La tarea me resultaba algo así como compleja, tanto que sólo llegaba a encontrar algunas piezas que me confundían aún más: “recordar que no tenemos nada que ver”, “no olvidarme de que ronca”, “cómo dejar de lado los besos” y la imagen de tu sonrisa inolvidable.

Ahí estábamos arriba de nosotros mismos: nos miramos, nos olfateamos, nos deseamos. ¿Soy yo cuando estoy con vos? ¿Más de mí misma? ¿Hasta donde nos perdemos en lo que no somos pero fuimos? ¿Dejamos de ser para ser otros mientras que recordamos los otros que fuimos?

Exclusivamente sobre nosotros (sí, nosotros):
Puse a lavar la ropa. Necesitaba olvidarte. Me preparé un mate, me senté frente al teclado. Necesitaba decirte.
¡Igual, no ibas a escuchar! ¡Igual, no ibas a leer!
No importaba. Era esto de volver inmemorial lo que te negás a llamar ‘nosotros’.
¿Qué más da eso si cada vez que pretendemos decir adiós no nos dejamos ir? Y cuando ya no estamos ¿dónde guardamos al otro? ¿Dónde guardamos lo que no puede ser? ¿Dónde escondemos nuestras diferencias, nuestro deseo, nuestros silencios, nuestras penas y alegrías?

Sabía que estaba siendo necesariamente idiota. Necesitaba ser una idiota para (re) volver una historia que la tenía perfectamente definida. Pero vos te me atravesaste y no me dejaste ni poder pensar en cómo mentir un no: un no quiero. Vos estabas ahí como ayer con tus luminosos ojos y apenas me atrevía a ver entre tu sonrisa y tus besos mi deseo indecible de volverte a ver.

Era nuestra historia, sí nuestra. A la cual se le había salido la cadena antes de comenzar a andar. Y cuando queríamos echarnos a pedalear nos lastimaba las piernas que nos imposibilitaba por largo rato poder seguir andando por estas calles que nos suelen cruzar entre una vez y un cuanto, y que nos hace caernos en las veredas mal trechas de nuestros deseos.

Empezaba a llover. Arrastramos la bici e igual nos empecinamos en caminar tomados de la mano. Es que fue así: pudimos ser siempre bajo la lluvia, sólo bajo de ella.

Lo que pasa es que nosotros no entendemos del frío. La temperatura bajaba y no nos hacía mal. Lo que sucede es que no sabemos ver el frío. No sabemos manejarlo, controlarlo. Y cuando hace frío nos volvemos más susceptibles, más un tanto idiotas, un tanto perdidos.

Y te abrazaba empecinada en que hacía el frío de ayer, pensando en que podría ser como antes cuando ya no nos acordamos. Y te aseguraba en que todo podría ser igual mientras te contaba mis proyectos y yo como suele suceder, no entendía nada. Y vos nos proyectabas y yo no estaba ahí porque aunque te empecines en decir que sí, siempre estuve en otro lado en tus días.

Bajo la lluvia fue todo más fácil. Fue todo posible: los planes, las ideas y los sentimientos. Luego despertamos y mareados por todo lo que no pudo ser, decidimos alejarnos (decidiste, aunque la que me había ido era yo). Me había ido antes de que me olvides.

Quizá pasará el tiempo cuando no nos volvamos a reconocer salvo hasta cuando nuevamente haga puntitas de pie para alcanzarte y cruzar nuestras miradas y todo vuelva a se posible entre nosotros (sí, entre nosotros porque para mí no había nadie más). Y no vamos a entender qué significa lastimarse y qué paso ayer porque lo único que tiene valor es el (re) encontrarse.
¿Qué más da la distancia y las diferencias si nos hemos cruzado y nos hemos mirado? ¿Qué más da si todo lo que hemos sentido está por sobre lo que no hemos dicho... por sobre lo poco que se de vos?

Las canciones ya no eran tantas. Y así como los  primeros besos son riquísimos, luego el foco de atención se va para otros lados. Y nos perdimos, nos fuimos, te fuiste, decidiste irte cuando se interpuso mi jipismo desactualizado y tu fidelidad en formol.

Pongo a lavar la ropa, mojada de vos. Me alejo del teclado. Seguramente estoy diciendo (te) más de lo que podemos escuchar.



1 comentarios:

Rotcy dijo...

me hiciste recordar una historia q tengo por ahi pero para esa historia siempre le digo t kiero mas de lo q puedo admitir pero como vos me aleje del teclado. Gracias por esto, aprendi q no soy la unica q siente eso y decide irse. Gracias por tu letras! Continua asi