Me
detengo –siempre estoy en el mismo lugar- necesito escribir la farsa actual
entre vos y yo. Somos farsa. Pero somos. Soy lo que vos me dejas ser, y vos
siempre podés ser más de lo que pensas que sos.
Es
mentira la verdad y existió en cada momento,
en cada lugar, en cada espacio que transitamos. Es mentira la verdad y
existió porque solamente así todo se volvía realidad entre nosotros.
Cuando
te escribo nos podemos encontrar en
cualquier lugar: eso es lo de menos. Lo que importa es el deseo de encontrarnos
porque a partir de ahí todo queda en manos del destino (me gusta delegarle
obligaciones). El sí que quiere y se empecina en juntarnos entre tanto barullo,
entre tanta ciudad vacía y rellenada de a pocos y de a nada.
Me gustas porque nuestros besos son siempre los últimos.
Me gustas porque hago puntitas de pie para alcanzarlos.
Me gustas por cómo tus brazos me rodean.
Me gustas porque me empecino en encontrarte y me
entretiene buscarte.
Me gustas por lo poco que se de vos y lo que te conozco.
Me gustas por lo eternamente inocente de nuestros
proyectos ¿son míos?
Me gustas por la forma en que no compartís lo que creo que
es la verdad.
Me gustas aunque ahora somos meros documentos de Word.
Pero somos.
Es el
deseo el que me trajo hasta acá. El me moviliza. Sin él no somos nada. El deseo
me lleva hasta tu lectura, hasta los versos de otros para
decirte lo que no puede ser pero es. Entre tus ojos descubro palabras que me
acercan -que nos acercan- como mezquinas gotas de ilusiones, de pasiones, de
deseos, de cosas que verdaderamente no se. Todo es mezquino: como vos y yo al
dar amor.
Pienso en resúmenes, así vivimos. Resumimos para acordarnos,
y así es que vivimos en el otro y vos podes vivir en mí. Y no iba a volver a
suceder. Las pequeñas cosas que logran ser grandes deseos nos encandilan si nos
miramos a los ojos. Y pareciera que no existiera nada más porque lo nuestro se
vuelve eterno cuando me resigno a no dejarte ir en mis palabras.
Los
pasillos de la vida se hacen rogar para encontrarnos: nos esquivan, nos
zarandean, nos olvidan solamente para que no caigamos que en la mañana
siguiente ya seremos los mismos.
Sabelo, sólo escribimos (y somos) fragmentos en documentos de Word