Caracteres. Ceros y unos. Entre eso andamos insertos. Insertos como chips
y esperando.
Se sentaba todas
las siestas y las noches esperándola a ella. Eran sus modos de conectarse, de
poder estar juntos ¿Quién iba a decidir hoy en los mundos en los que andamos
que es lo real y lo que tiene sentido? A veces no necesitábamos tocarnos para
entendernos. Y a veces cuando nos tocamos no sentimos nada. Prefería ese sutil
placer de los dedos al teclear, nada de su cuerpo era tan placentero para él
como ese sentido que se extendía. No había más que ceros y unos, camuflados en bellas
realidades en alta definición.
Así andamos, solitarios. Solos con nuestros dedos, con nuestros sentidos.
Habías sido real mientras que nunca nos habíamos visto. Ahí eras
magnífico, me encantaba cómo te creabas, me desarmabas, me desnudabas de
palabras aunque sólo pudiera leerte. Ahí podíamos llegar, y los otros se iban
desvaneciendo. Eso creíamos, porque los otros tenían sus propios espacios para
nada incómodos, podíamos ser muchos otros al mismo tiempo. Eso nos encantaba.
De eso hablábamos. Eso éramos.
De esa manera, te seguía en cada movimiento. No te esperaba a la salida
de tu casa ni del trabajo. Menos iba al mismo boliche que vos ni concurría al
mismo supermercado. Pero podía seguirte, espiarte íntimamente aunque lo que
hacías era público. Así sabía todo lo que te gustaba, qué discos nuevos tenías,
que estabas escuchando o leyendo, qué línea política preferías y cuál era tu
árbol genealógico, sobre tus amigos, de qué estabas hablando en ese momento, o
lo que estabas comiendo. Sí, sabía todo sobre vos. Todo lo que mostrabas ¿acaso
no es así en todos los espacios? ¿Cuánto mostramos al otro? Y pensé que no
variaba demasiado de lo que mostramos en una red social. Acaso acá también
vivimos, dormimos, nos instalamos, construimos.
¿Hace cuanto no nos miramos a los ojos? Si te veo y no puedo despegarme
de tu mirada. Pero acá nos miramos reflejados en nuestras propias soledades en
una pantalla que brilla, que nunca se apaga, que nunca termina. Y es así que
algunos creen aún que nos miramos ¿Pero
si somos bellos mostrando nuestros mejores lados, perfeccionados con cada click
invertido?
Así nos encontramos tan desnudos y desprovistos de nuestras mejores fotos.
Y si no te reconozco cuando nos encontremos en esa parada de colectivos es
porque resulta interesantísimo hacerme el interesante. Vos sabes que yo se. Yo
se que vos sabes. No importa, es mejor ser totalmente en otros lados, donde
todo pueda ser apagado, donde todo pueda ser sobreactuado.