Y cumplo cien publicaciones. Y
cumplí veintiséis. ¿Será tiempo de enumerarnos? ¿Seguir rayando con palitos la
pared, con barras y porotos?
I. Las palabras en frases festivas
deberían salir de mí.
II. Las veces en que creí volver
III. Las veces en que creí no
mentir
IV. Los días en que te perdí.
V Mano llena, corazón contento.
Cumplo cien años, veintiséis
publicaciones. Este año nos encontró entreverados con el anterior. Y las
fronteras entre uno y los otros (y entre nosotros) no se llegan a notar.
VI. Yo me perdía en tus besos. Y
cuando nos mirábamos a los ojos ya nada pudo ser igual.
VII. Vos te perdías en las importancias de los finales.
VIII. Yo me conformaba con esos
primeros mates de la mañana.
IX. Me resultaban tan deliciosos
como encontrarte en mis palabras.
X. Vos te negabas a una siesta
continuada.
Mis publicaciones me hablan de mis
años, doce, dieciocho, tres, veintitantos. Y es así, una se resiste a seguir
andando como si nada sin la necesidad de ponernos a narrar.
XI. Entraste en mi vida en cámara
lenta.
XII. Nunca filmamos los inicios.
XIII. Siempre están bien enfocados los
finales.
XIV. Cumplíamos pero nos mezquinábamos
los créditos.
XV. Nuestra historia es canción
para cortina de filmación de fiesta de quinceañera.
Mis años me encuentran con mis
palabras. Y se que te vas a quedar en mi memoria porque te volviste canción. Inmemorial.
Mis años me enamoraron con su soledad
que es tan parecida a la mía, que está tan perdida como la mía. XVI.
Mis años me enamoraron con su soledad,
la que me dio la silla para esperarnos. XVII.
Mis años me enamaron con su soledad,
la que me miraba a los ojos y me largaba el humo del pucho en la cara. XVIII.
Mis años me enamoraron con su
soledad, al igual que de mentiras me había enamorado de algunos años. XIX
XX. El primer amor jamás se
termina.
Conté dos décadas, un lustro y sumamos
una rayita. Notamos que cada una de mis palabras hablaban de vos.
XXI. No nos permitimos no siquiera
hablar de amor, poder problematizarlo, hacerle un par de preguntas.
XXII. Creemos que nos encontramos
tan avanzados que no nos permitimos ese tipo de flaquezas, debilidades.
XXIII. ¡Qué las tengan los otros!
Los que viven del sentido común.
XIV. Son como objetivos pelotudos
que nos ponemos.
XV. Tenemos que hacer tal cosa y
vamos, hinchamos, pinchamos, hasta que forzados, nos salga.
Y últimamente volví a no entender
nada. Si algo tiene sentido entre nosotros, ese sentido te lo debo. No cargo mi
mochila de sentidos, la tengo perdida hace rato.
Seguimos mintiéndonos y diciendo la
verdad, sin distinguir grandes rasgos entre unos y otros. Nada nos pertenecía,
es decir, nada del otro. Pero íbamos cada vez más profundo y no sentíamos nada.
No abríamos los ojos.
Sin embargo, aquí estás ¡XXVI! Y
creo q es hora de levantar la copa, los brazos, la mirada. Y continuar, siempre
para ese lugar que nos sigue encontrando pese a los años que no supimos contar.
18 de agosto de 2013
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