Eran
necesarios: las velas en las tortas, los palitos en las paredes, los tachones
en el almanaque. Nos ayudan a los más distraídos a no olvidarnos de que nos
encontrábamos atravesando años y que eso -de muchas maneras- era significativo.
En estos tiempos, volvemos a pasarle
un trapo a los años que ya se nos van; pero se nos esconden debajo de las
alfombras, solamente para poder aparecer cuando se les cante o cuando nosotros
decidamos limpiar un poco de lo que fuimos.
Año
2012 me contaste nuevos cuentos, la mayoría eran reciclados de ayer. ¡Pero qué más da si hablan tan bien de lo que
fuimos! Y volvimos a re utilizar viejos dichos, estrategias, sentimientos.
Volvimos a viejos amores, pasiones y ya no paramos de contar nunca más.
En tus
días año viejo aprendí que muchas veces ‘somos’ para la foto. Somos jipis, pop,
rockeros, ganadores, solidarios, altos, esbeltos, carilindos, comprensivos,
humanos solamente para la foto. Y de lo que verdaderamente habíamos sido: ‘Bien,
gracias’.
Asimismo,
aprendí que ha pasado un año nuevo - que ahora ya es viejo- y que seguimos
buscándonos y encontrándonos. Y eso es reconfortante, el encontrarnos para
sentirnos como somos cuando estamos con el otro. Porque no me vine hasta acá
para no encontrarme esos minutos con vos que son los que (nos) forman nuestra
historia. Este año que se nos viene, no tengo más ganas de escuchar “¿sólo para
eso te viniste hasta acá?” Si, porque
eso nos hace lo que somos, el otro y encontrarnos. Y es por eso que vale tanto
la pena marcar un número y preguntarnos como estamos.
Y fue
en este año, que se presentó haciendo ruido, y hoy se retira cansado, cansado
de andar. Pero completo, vivido, andado, sentido. Y es que ahora como suele
suceder en estos tiempos, me gustaría repasarte, solo un poco y para seguir
perdiéndome con la costumbre.
- Año en el que volví a sentir, a producir. Año en el
que sigo volviendo a ti, Destino. Regresando hasta ese lugar donde se
encuentran las ollas de oro: al final de los textos, al final de mis palabras
que siempre son comienzos, comienzos de los destinos.
- Año en que me ha asqueado mi
exceso de protocolo. Es que me había tragado todas las mentitas viejas que
tenía. Desde ahí ya no las necesite. Mi aliento era fresco, ya no teníamos
remordimientos.
- Año
en que encontramos apoyo y volvimos a creer en nosotros mismos, y en muchos de
aquellos que habíamos dejado de creer. ¡Que más podemos pedir! Año en que
siempre te necesite entre mis días. Siempre.
- Año
en el que la soledad nos hizo dialogar con nuestros propios fantasmas. Esos de
los cuales habíamos olvidado que existían y de esos que aparecen cuando llega
la abstinencia.
- Año en que fuiste el mate amargo
de mis mañanas, algunas frías, otras sola pero todas despierta.
- Año en el que comprendí que las
historias y los planes de amor son como moños: se cruzan, se atan, y en final
de su producción son hermosos. Pero siempre recordemos que con un simple tirón
de cualquiera de los dos (o tres, o cuatro) lados, se desarma. Y todo vuelve a
empezar. Y eso nos encanta. Y eso me encanta de vos.
- Año en que descubrimos el show
tramado por el otro para mostrarse como es. Y no habíamos entendido nada, y
siempre lo veíamos en espejos rotos.
- Año
en el cual hemos confesado y mentido más de nuestras pretensiones sentidos y
sentimientos. Pero habíamos creído más de lo que (le) queríamos al otro. Y no
tuvo más sentido continuar hacia la distancia. Si estabas ahí entre mis días
desde que nos permitimos entrar.
- Año
en que nos desilusionamos porque las cosas no se mueven como nosotros queremos.
Y nos despertamos desnudos y en el medio de la ciudad. Y nos despertamos
desnudos y con ganas de vernos y no había nadie.
- Año
en que nos dimos cuenta lo felices que somos en lo cotidiano. Cuantas manías
inexplicables tiene el otro y lo grandes que estamos nosotros para no darnos
cuenta que también las tenemos.
- Año
en el que volvimos a valorar el encuentro con el otro.
- Año
en el que seguimos sumando canciones que nos hablan de años anteriores y de
este año que tanto se hizo vivir. Las canciones fueron malas, de moda, y
algunas otras muy buenas y memorables. Pero me gustaría decirles, todas fueron
igual de sentidas.
2012,
me había propuesto más de lo que tus días me permitían y te abandone mareada
entre mis metas. Me había olvidado: aún conservaba mentitas vencidas de años
anteriores.
Así es
que pongo un compilado para cerrar este 2012 que se me fue entre las ganas de
verte y las ganas de encontrarnos, que exactamente no es lo mismo. Nos vemos con
suerte desde lejos, de veces y en cuandos. Pero el encontrarnos es siempre más
difícil; por eso alzo las copas -todas las que tengo a mi alcance- para que
este año nuevo podamos encontrarnos aún más: con él y ella, entre nos, pero
fundamentalmente con nosotros mismos.
Celebrar
el hecho tan simple en su complejidad de habernos conocido, y cuánto nos duele
dejarnos, y cuánto de felicidad tiene todo esto.
Brindo
también por un año que nos siga
haciendo aprender las mismas cosas que ya pensamos que habíamos aprendido el
año que se nos pasó.
Por un año en que no nos preocupe tanto ser suyos y
de otros, sino en el cual podamos embarcarnos verdaderamente en viajes de
nuestros propios placeres con el otro.
¡Amigos: Por un nuevo año, mejor, siempre mejor, y
siempre nuestro! ¡Por 2013 versiones para poder encontrarnos! ¡Paz!