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miércoles, 16 de abril de 2008

Para olvidar decime que no…

Yo se, no te vas a acordar.
Teníamos esa cita antes de que el pasado llegase para embargarnos nuestra historia. Nos cobró todo, no se olvidó de los intereses: el mal hecho, los reproches, los largos tragos y suspiros; pero sobre todo, lo que prometimos darnos y jamás se nos ocurrió cumplir… algo de tiempo, algo de afecto, algo de confianza, algo que tuviera que ver con la Verdad (cualquiera, no importaba)…
- “Algo”, me recriminaste, siempre fue demasiado.

Yo sabía, no te ibas a acordar.
Pedirme más era menos para mí, no tenía sentido. Porque mañana, había dicho (que siempre es hoy), no nos reconoceríamos, y nunca vale la pena el intento. Nunca.
Lo entendíamos muy bien: jamás volvemos a ser los mismos después que las paredes, el asfalto, y el desencanto se empeñan en destrozarnos.

Y sabías, no me iba a acordar.
“¡¡¡No me hagas migas en la cama!!!”, me dijiste la primera vez. Siempre hay una segunda; y con suerte llegarán vencidas las terceras, siempre tarde. Pero no pude evitarlo, no quería moverme, estaba muy cómoda.
Más de una vez nos ensuciamos los sueños con migas (migajas) de alguna cama que nada tenía que ver con nosotros. Y ahora decís que la falla es del Otro.
¿Me regalás la culpa que habíamos comprado juntos? ¡Qué hipócrita!

¿Sabes? No me acuerdo.
Justo en ese instante me vi reflejada en algún espejo. Ya no me acuerdo lo que significan las miradas en silencio, las palabras en colores, las uñas escarbando heridas.

Y ahora sabrás, me acuerdo.
Esto es lo último… y en frases que no son las mías te recuerdo…
“Decime que anoche nunca existió… Me despierto y no tengo cabeza, siento pasos adentro del colchón. En el techo hay un nido de ratas. Tengo un brazo de cada color. (…) El espejo me mira y me aplaude. La botella dice yo no fui. (…) Mientras tanto vos seguís dormido, apenas me acuerdo quien sos. Mientras tanto vos hablás en sueños, yo me encierro en el baño a fumar. Otra vez me olvide de sacar la basura del valdío de mi corazón. Otra vez me olvide de cambiar los pañales del desastre de mi soledad.
Decime que no, decime que anoche nunca existió…” (1)

Decime que no… decime que no… decime que no…






1- “Decime que anoche nunca existió”, Iván Noble

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